Entramos en el último trimestre del año cargados de energía por las fuerzas recuperadas en las vacaciones (los que han tenido vacaciones) y con la vista puesta en como digerir “la vuelta al cole”. Estamos preocupados por factores tanto externos como internos.

A nivel externo nos preocupa cómo se van a comportar nuestros clientes (tanto si son usuarios físicos como si son empresas que nos contratan un servicio) después del parón de agosto: ¿mantendrán las mismas rutinas? ¿buscarán otras alternativas de movilidad? ¿nos van a exigir cambios y/o mejoras (técnicas, tecnológicas, frecuencias, horarios…)?

También venimos con la preocupación de las Administraciones Públicas (especialmente este año, que no se consigue formar un Gobierno Central estable) y sus posibles derivaciones a nivel presupuestario (o de disponibilidad del existente) o normativo.

A nivel interno nos preocupa que todo vuelva a coger el ritmo continuo que teníamos en junio. Julio y agosto son siempre meses complejos por las vacaciones de nuestro personal, lo que nos obliga a partir o duplicar turnos, a contratar a externos menos cualificados, capacitados y conocedores de nuestros procedimientos, y a tener, en muchos casos, parte de nuestra flota parada o a menor rendimiento.

 

Son pues los meses de septiembre y octubre meses de vuelta a la normalidad. Y esto, unido a la perspectiva del fin de año, nos hace olvidar que durante este último trimestre es cuando tenemos que revisar y actualizar la planificación fiscal del año siguiente.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en el mes de julio, a punto de pagar el Impuesto de Sociedades, lamentándonos por no haber sido más precavidos y previsores y no haber imputado en el ejercicio anterior gastos o inversiones que ahora se convierten en mayor carga fiscal?

Vamos a hacer un breve repaso a pequeñas actuaciones que nos van a ayudar a planificar mejor nuestra fiscalidad del año que viene:

  • Revisemos nuestro perímetro de empresas

Puede que sólo tengamos una empresa y este punto no aplique. Pero si tenemos más de una, vamos a intentar maximizar el beneficio.

A nivel nacional, estudiemos si tenemos capacidad de aprovechar las ventajas fiscales que nos ofrecen territorios con fiscalidad más reducida: País Vasco, Navarra, Canarias, Ceuta o Melilla ofrecen interesantes deducciones y bonificaciones, o directamente un tipo impositivo inferior.

Asimismo, a nivel internacional, es posible que podamos aprovecharnos de privilegios existentes en países vecinos como Portugal, Andorra, Francia o Marruecos.

Y por último, veamos si tenemos bases imponibles negativas que podamos compensar en alguna de nuestras empresas del grupo fiscal.

 

  • Cuidado con los precios de transferencia

Si hemos realizado facturación inter-empresas, tenemos que ser muy escrupulosos a la hora de repercutir costes. Es necesario hacer un estudio detallado y preciso de los costes que imputamos, recopilándolos en archivos que vayamos a guardar durante los próximos 5 años (recordemos que Hacienda puede visitarnos hasta 4 años después de haber presentado nuestro Impuesto de Sociedades, y es difícil acordarse de las hipótesis empleadas esos años antes).

Si, además,  los hacemos verificar o certificar con un informe pericial externo (esto parece algo sólo al alcance de las grandes corporaciones, pero no nos equivoquemos, desde MORISON podemos hacerlo sin problema y sin mayor coste para cualquier empresa de tamaño medio), será mucho mejor y tendremos mejor defensa en caso de inspección.

 

  • Subvenciones

Repasemos bien nuestros contratos (o los contratos que estemos pendientes de formalizar) y servicios y busquemos dónde está la subvención que se nos puede aplicar. Cuatro ojos ven siempre más que dos, así que no tengamos miedo en extender la lectura de contratos a otros departamentos o a nuestros asesores externos (abogados, fiscalistas, etc.)

 

  • Bonificaciones

España es un país en el que se prima enormemente la inversión de I+D+i.

Y no todo el I+D+i quiere decir robótica o tecnología de ciencia ficción. La implantación de tarjetas sin contacto, tecnología (internet) en nuestros vehículos, programas de gestión de taller… son inversiones que pueden ser bonificadas si somos capaces de presentarlas debidamente como avances tecnológicos.

 

  • Organismos oficiales

En la línea de lo indicado en el punto 4, existen numerosos organismos oficiales que disponen de líneas de crédito a la inversión en unas condiciones muy, muy ventajosas. Más allá de las famosas y conocidas líneas de ENISA o el CDTI, existen más organismos (tanto nacionales como autonómicos) que apoyan la inversión en tecnología y que ofrecen grandes ventajas fiscales a las empresas.

Y no sólo existen ayudas a la tecnología. La Administración apoya y bonifica también inversiones en mantenimiento, reparaciones, mejoras energéticas…

 

Pero como indicaba al inicio del artículo, todas estas actiuaciones las tenemos que poner en marcha antes del fin del ejercicio.

De lo contrario, nos volveremos a encontrar en julio pagando más de la cuenta y lamentándonos de no haber leído este artículo más atentamente.