Hace unas semanas estuvimos comentando la importancia que le dan los empresarios al valor de sus negocios. Según indicamos, existen distintas metodologías para valorar una empresa y hoy vamos a realizar un breve repaso a las mismas y a la conveniencia de usar una u otra.

Tenemos tres grandes grupos (o métodos): estáticos, dinámicos o de comparación.

  • Métodos estáticos

Se valora el negocio como un valor fijo en un momento determinado, teniendo en cuenta:

  • Valor teórico contable: Patrimonio Neto
  • Valor del activo neto a precio real de mercado
  • Valor de liquidación
  • Valor de reposición a nuevo

Esta metodología contempla exclusivamente la valoración de los activos (y de los pasivos asociados), sin tener en cuenta la posibilidad de generar recursos con dichos activos.

  • Métodos dinámicos

Se valora el negocio como un generador de ingresos y gastos. Se calcula en base a:

  • Flujos libres de caja
  • Resultados
  • Dividendos

Esta metodología contempla la generación de caja libre para el accionista en N ejercicios futuros, descontando el valor de cada uno de los ejercicios a una tasa por determinar (WACC).

  • Métodos de comparación

Se valora el negocio por comparación con las magnitudes conocidas de empresas cotizadas (o de transacciones similares realizadas). Las magnitudes más utilizadas son:

  • EBITDA
  • EBIT
  • BAI
  • Ventas
  • Valor en bolsa de cotizadas

Esta metodología contempla la generación de resultados y homogeneiza el valor de las empresas en función de multiplicadores comunes para todas.

¿Cuál es el mejor de los tres métodos? ¿Cuál debo de usar para valorar mi negocio?

Lamentablemente no existe una respuesta tajante y unánime a estas preguntas. Lo que puede aplicar para una empresa no lo es para otra y en todos los casos existen matices.

Nuestra experiencia nos indica que si bien la valoración por métodos dinámicos (especialmente por descuento de flujos de caja) es la que más atrae y convence al inversor medio-placista, los métodos comparativos siempre acaban apareciendo como referencia que permite contrastar el valor obtenido por los métodos dinámicos.

Una discusión eterna es el cálculo del WACC, cuyo importe hace variar de forma considerable el valor de un negocio (en un futuro publicaremos un estudio sobre el cálculo del WACC).

Y por supuesto, siempre aparecerá el inversor “de ladrillo”, que no puede evitar valorar un negocio (aunque se trate de una empresa de tecnología de realidad virtual) en función del valor de sus activos.

 

Lo que sí que es de consenso unánime es que toda valoración requiere un trabajo profesional e independiente.

Para más información, contáctanos a través de nuestra web o de info@proyectosciga.com.